Me
lo entregó en la primera escena, junto con el collar de consideración. Y así
como la cinta penetraba los agujeros del corsé, su esencia de Dominante
penetraba en mi vida. Y avanzaba. Un agujero y cruzar al siguiente. Un día,
cruzar al otro. Una escena, y cruzar un nuevo límite. Ajustaba la cinta.
Apretaba un poco más. Me llevaba al borde del abismo para enfrentarme a mi
propia entrega, pero yo sabía que no me dejaría caer. Su mano tensaba el corsé.
Su inteligencia tensaba la escena hasta la voluptuosidad más extrema. Su
Dominación me guiaba y me sentía segura a su lado.
Hasta
que aquella noche me dijeron que se había marchado. En un segundo eterno, se
había ido. Y lloré su partida. Y sigo llorando su ausencia, aunque siempre esté
presente.
“Si
algún día me pasa algo, olvidate de mí y seguí con tu vida”. ¿Cuántas veces me
lo dijo? Muchas. Más de las que hubiese querido oír.
Hoy
miro el corsé y me doy cuenta que dejó la cinta sin atar. Quizás haya llegado
el momento de hacer un nudo, armar un moño y seguir adelante, con sus
enseñanzas en mi mente y su imagen en mi corazón.
2 ENSEÑANZAS:
Enhorabuena por tu blog. Continuar con nuevos mensajes.
Precioso, y si, la vida sigue, nos guste o no se debe seguir adelante cada uno necesita tomarse su tiempo y aunque al principio parezca imposible llega el día en que el dolor se diluye un poco y permite que se siga el camino.
Un abrazo
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