El fetichismo por las prendas de vestir ¿forma parte del BDSM? Sí o no, depende. Hay gente que cree que por vestirse de latex, cuero o encaje, y pasearse de aquí para allá con una fusta en la mano, ya son Dominantes. O por llevar un collar de restricción, andar con poca ropa y tener unos enormes deseos de ser dominados –como ellos quieren, por supuesto- ya son sumisos.
Amigos, convengamos que para tener una relación de BDSM o para tener una sesión –real o virtual-, se necesita más que botas, ropa fetichista y una fusta. Hace falta conocimientos mínimos de ambas partes por una cuestión de responsabilidad por sí mismo y el por el otro, sin importar el rol.
Cuidado: no estoy diciendo que la estética no sea importante, pero una Dómina lo es realmente cuando tiene la actitud y la presencia, ya sea montada sobre unas botas bucaneras de 12 cm de tacón y ajustadísimo suitcat de cuero mientras sujeta una fusta, o de bata y chancletas con una cuchara de madera en su mano. Un Dominante no es tal por estar vestido de negro, ni una sumisa se entrega más por estar desnuda o por masturbarse ante una webcam.
¿Recuerdan aquella famosa frase “El hábito no hace al monje”? Lo más importante siempre es la actitud, el sentimiento, la responsabilidad, el conocimiento y el respeto por mí mismo, por el otro y por este juego tan serio que para algunos se convierte en estilo de vida.
Puedo describir aquí mismo la más bella de las Dóminas: alta, delgada, de cuerpo ondulante, andar felino, vestida con catsuit negro de látex resaltando sus pétreas carnes y cada una de sus curvas, llevando guantes, botas, fusta, pelo largo suelto, maquillaje de Hollywood y cuidando e importándole más que no se le quiebre una uña que… la seguridad del sumiso.
A diario vemos, sobre todo en foros, blogs y sitios como Facebook o Twitter, gente que nos pide ser agregada como amiga: Dóminas, Amos, sumisos con nicks que posiblemente no sepan ni qué significan, pero que a ellos les suena bien. Una vez más debemos distinguir entre el que busca sexo duro o el simple fetiche con el que quiere una verdadera relación de BDSM.
Algunos dicen que las reglas se hicieron para cumplirlas y otros dicen que se hicieron para ser quebrantadas. Si ustedes tuvieran que elegir para una sesión real a una persona con uno de estos pensamientos ¿en cuál confiarían más, a cuál elegirían?
Entonces ¿es malo el fetichismo? Por supuesto que no. Siempre y cuando comprendamos que es un complemento y no la esencia del BDSM.
Nota: las fotos usadas para este post pertenecen al fotógrafo Wolfgang Eichler
Amigos, convengamos que para tener una relación de BDSM o para tener una sesión –real o virtual-, se necesita más que botas, ropa fetichista y una fusta. Hace falta conocimientos mínimos de ambas partes por una cuestión de responsabilidad por sí mismo y el por el otro, sin importar el rol.
Cuidado: no estoy diciendo que la estética no sea importante, pero una Dómina lo es realmente cuando tiene la actitud y la presencia, ya sea montada sobre unas botas bucaneras de 12 cm de tacón y ajustadísimo suitcat de cuero mientras sujeta una fusta, o de bata y chancletas con una cuchara de madera en su mano. Un Dominante no es tal por estar vestido de negro, ni una sumisa se entrega más por estar desnuda o por masturbarse ante una webcam.
¿Recuerdan aquella famosa frase “El hábito no hace al monje”? Lo más importante siempre es la actitud, el sentimiento, la responsabilidad, el conocimiento y el respeto por mí mismo, por el otro y por este juego tan serio que para algunos se convierte en estilo de vida.
Puedo describir aquí mismo la más bella de las Dóminas: alta, delgada, de cuerpo ondulante, andar felino, vestida con catsuit negro de látex resaltando sus pétreas carnes y cada una de sus curvas, llevando guantes, botas, fusta, pelo largo suelto, maquillaje de Hollywood y cuidando e importándole más que no se le quiebre una uña que… la seguridad del sumiso.
A diario vemos, sobre todo en foros, blogs y sitios como Facebook o Twitter, gente que nos pide ser agregada como amiga: Dóminas, Amos, sumisos con nicks que posiblemente no sepan ni qué significan, pero que a ellos les suena bien. Una vez más debemos distinguir entre el que busca sexo duro o el simple fetiche con el que quiere una verdadera relación de BDSM.
Algunos dicen que las reglas se hicieron para cumplirlas y otros dicen que se hicieron para ser quebrantadas. Si ustedes tuvieran que elegir para una sesión real a una persona con uno de estos pensamientos ¿en cuál confiarían más, a cuál elegirían?
Entonces ¿es malo el fetichismo? Por supuesto que no. Siempre y cuando comprendamos que es un complemento y no la esencia del BDSM.
Nota: las fotos usadas para este post pertenecen al fotógrafo Wolfgang Eichler