jueves, 1 de agosto de 2013

Hace unos días recibí el mail de un Dominante. Me decía que llevaba pocos meses de practicar BDSM, y me escribió para pedir mi opinión como sumisa en una situación específica.

Su sumisa le pidió (más bien le exigió), que le entregase amor después de castigarla. Este Dominante me explicaba que él le brindaba afecto si la falta era leve, pero cuando la falta era grave la castigaba, la maltrataba, la humillaba y luego la dejaba abandonada. Está convencido que si le da cariño después del castigo, ella repetirá la falta. Su pregunta era, en definitiva, si yo creía que estaba bien negarle el afecto cuando era castigada por una falta grave como, por ejemplo, la desobediencia.

Este mail y mi respuesta me hicieron pensar lo que quiero compartir con ustedes a continuación…

En mi opinión, la diferencia entre la violencia doméstica y el BDSM debería reducirse a una sola palabra: CONSENSO. Pero, en realidad, no siempre es tan simple ni tan lineal.


Las personas que recién comienzan en el BDSM, no siempre tienen las ideas claras, ni saben con certeza en qué se están metiendo. No imaginan la responsabilidad que implica este estilo de vida, tanto para el Dominante como para el sumiso. Es lo mismo si tomamos esto como estilo de vida, como juego o como medio para conseguir placer sexual. Lo que realmente importa es la forma cómo lo enfrentamos.

Un Dominante puede elevar al sumiso al éxtasis, conocido como SUBSPACE, o puede sumirlo en la más profunda depresión. Difícil que lo logre en la primera sesión, o en dos o tres sesiones, pero puede lograrlo con el tiempo, conociendo al sumiso más y más. Ese conocimiento puede hacer que le repita a su sumiso, al final de la sesión o en cualquier momento, lo bueno que es y cuán orgulloso está de poseerlo… o puede humillarlo al extremo de dejar su autoestima a la altura de un felpudo. ¿Cómo lograría esto último? Abandonándolo sin apoyo luego de cada sesión de castigo, de cada humillación, repitiéndole una y otra vez que no sirve para nada, y… haciéndole creer que es así realmente. Señores Dominantes: no todos los sumisos tienen el mismo nivel de autoestima, y muchos creen que “esto es así, y si soy sumiso debo soportarlo. Él es mi Amo y si lo dice, debe tener razón". Están en un error... Para eso están los límites y es responsabilidad de cada uno el hacerlos respetar. También cada uno es responsable de la pareja que elige; se puede equivocar, entonces deberá reconocer ante sí mismo su error y terminar la relación antes de que pueda salir lastimada alguna de las partes...


El Dominante ejerce el mando, la dominación, el “PODER”. Pero… debe tener presente que ese PODER es prestado, es CEDIDO transitoriamente por parte del sumiso, quien será conducido por un camino de protección, enseñanza, cuidados, entrenamiento, nuevas experiencias e infinito placer.

Cuando la parte sumisa cede el Poder, entrega también su bien más preciado: la integridad física y síquica. Le ofrenda al Dominante su entrega, obediencia, fidelidad, lealtad, afecto, y más. A cambio, espera ser compensado con lo que le prometió su Dueño.


Me animo a decir que cuando un Dominante y un sumiso deciden convertirse en pareja (casual o permanente), deberían como primer medida, tener en claro los LÍMITES DE AMBOS, porque aunque algunos no lo sepan, los Dominantes también tienen límites. La base, el comienzo de una buena relación BDSM, es la definición de los límites y contestar sinceramente el Play List.

En cualquier campo de la vida es importante informarse lo más posible acerca del tema que se va a encarar. De los dos lados van a existir derechos, obligaciones, responsabilidades, pasión, cuidado, entrega, etc. Porque el BDSM jamás se ejerce en solitario. El BDSM es un acuerdo de ida y vuelta. Y posiblemente este sea el punto donde la mayoría se equivoca.


Estoy convencida, queridos amigos, que nadie acepta las responsabilidades de su rol en forma incondicional. Los dos obtienen beneficios, cada uno sabrá cuál es el que más le interesa. Puede ser el placer sexual, el manejo del poder, el sentimiento de protección, el sentirse sometido o humillado, o tantos más. No importa cuál sea su interés o por qué haya decidido ejercer su rol, lo importante es tener claro que EL PLACER DEBE SER SIMILAR PARA AMBAS PARTES. DE IDA Y VUELTA...



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