martes, 25 de mayo de 2010

Hoy, 23 de mayo del 2010, Facebook deshabilitó mi cuenta de Ana Karen Blanco. ¿Motivos? Y... vaya usted a saber. A mí no me dieron ningún tipo de explicación ni pienso pedirla. Simplemente abrí otra cuenta y aqui estoy...

Justamente ayer de noche hablaba con una amiga sumisa acerca del poder, de la autoridad y del abuso de ambas cosas. Entonces recordé una frase del máximo héroe oriental (uruguayo), Don José Gervasio Artigas: “Mi autoridad emana de vosotros y ella cesa ante vuestra presencia soberana”.

¿Cuántas veces abusamos del poder o la autoridad que el otro nos otorga? ¿Y cuántas veces tomamos decisiones por el otro, sin preguntarle si es eso lo que desea o no? Y no hablo sólo de Dominantes, sino también de sumisos. A veces amigos, no nos damos cuenta, y otras veces somos totalmente concientes de lo que estamos haciendo, pero por las dudas, por si nos dicen que no… directamente no preguntamos y lo hacemos. Y eso es como mínimo, falta de responsabilidad y de respeto por el otro, pero para mí es básicamente falta de ética.

Un “bottom” le da cierta autoridad y poder a su “Top”, y este la ejerce. ¿Hasta dónde? Hasta donde la presencia soberana del “bottom” dice ¡basta!, o sea, hasta el límite acordado. De lo contrario todos sabemos que sería abuso.

¿Pero qué sucede cuando alguien, sin importar el rol, ejerce una autoridad que no le fue concedida por nadie? ¿Qué sucede cuando negocia con un patrimonio que no es el suyo? Y vuelvo con otra frase de Artigas: “No venderé el rico patrimonio de los orientales al bajo precio de la necesidad”. Me ha sucedido recientemente que alguien, sin mi permiso claro está, tomó una autoridad que nadie le había concedido y negoció parte de mi patrimonio cultural (como lo es mi idioma). Alguien me dijo que “nadie es perfecto”, pero… ¿saben qué amigos? Aquí no se trata de perfección, sino de ser correcto, honesto, y tener un mínimo conocimiento de la palabra “ética”.

En ciertos ambientes del BDSM se está hablando del “ego”, también del mío. ¿Y qué es el ego? Pues les diré qué es el ego para mí: el ego es comparable a la luz del refrigerador. Cuando abro la puerta de la nevera para sacar algo de adentro, sobre todo si el ambiente está oscuro, me ayuda a ver qué hay dentro e ilumina la habitación con el resplandor. Eso le pasa a mi ego cuando alguien habla bien de mí, o me halaga, o yo misma hice algo que elevó mi autoestima. Y eso es maravilloso, es una sensación única y placentera como cuando abro la puerta del refrigerador en la oscuridad o en un día de calor, o necesito ver qué hay dentro. Pero… ¿qué sucede cuando dejo la puerta abierta permanentemente? La nevera deja de enfriar y todo lo que hay dentro se hecha a perder con mayor o menor velocidad. Eso mismo pasa con el ego. Más de una vez tengo la tentación de dejar la puerta abierta. Alguna vez he estado a punto de perder el contenido de mi “nevera”… pero no ha sido esta esa ocasión, y es lo que algunos amigos no quieren entender.

El ego es algo maravilloso y puede llegar a ser algo terrible, como el poder. El poder es un vino sumamente embriagador. Lo malo es que no siempre nos damos cuenta que si es una autoridad o un poder que nos fue concedido, o que lo tomamos por nuestra cuenta (eso es aún peor), durará un tiempo. ¿Cuánto tiempo? Hasta que venga el o los verdaderos dueños y nos lo quiten sin mayor explicación… y ese será el momento en que nos demos cuenta que el contenido de la nevera… se echó a perder.

Saludos!!

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