viernes, 21 de junio de 2013


¿Cuál sería el motivo por el que una persona quisiera cambiar su rutina de sexo? Quizás por la rutina misma.

Imagine una pareja que tiene sexo de la forma clásica. Al principio todo va bien. La excitación, el deseo de estar con el otro, las ganas de intimar, todo se suma para que, si les fue bien la primera vez, haya más encuentros.

Pero el tiempo pasa. El impulso y el ardor de los primeros tiempos se van diluyendo día a día. Allí se empieza a pensar que, si bien se quiere a la pareja, esta ya no satisface sexualmente. El sexo se hizo aburrido, monótono, y a veces, hasta obligatorio. En resumidas cuentas: el sexo ha dejado de ser un placer para convertirse en un deber. Entonces, en el mejor de los casos, aparece el deseo de cambio.

Hoy, los medios de comunicación ayudan con ideas que van variando de acuerdo a la moda, y en este momento, como se dijo en el post anterior, el BDSM está de moda. Eso se ve todos los días en el vestuario y actitud de los cantantes, en la publicidad, en periódicos y revistas, incluyendo también los best-sellers y el cine. 

La mujer común, la que se queda en su casa y la que sale a trabajar todos los días, la que tiene hijos o la que busca tenerlos, la que lucha día a día con su figura y la que tiene dolor de cabeza cuando su pareja quiere sexo, la mayoría de ellas fantasea con algo diferente.

Las mujeres que gustan y apetecen ser sometidas, sueñan, desean y quieren un hombre con carácter dominante. Muchas gustan de los hombres seguros, inteligentes, que no se dejan embaucar por el encanto femenino; especímenes masculinos con aire seductor, elegantes y si fuera posible, jóvenes y con dinero. Para que esa fantástica versión varonil sea perfecta, éste deberá ignorar la presencia de la fémina hasta ese momento mágico en que la descubre, y a partir de allí, regalarle toda su atención…


 Los hombres, en cambio, sueñan con una mujer decidida, pero sumisa; que se valga por sí sola, pero que la puedan ayudar; que sea independiente, pero que los necesite; que sea inteligente, pero no tanto como para que no pueda ser engañada; que sea sexy, joven y tan hermosa que llame la atención, pero… que a la hora de partir se vaya con él.

Y en este punto aparece el BDSM, o mejor dicho, lo que la gente común cree que es. Porque en las fotos y videos de D/s o de Sadomaso, aparecen sumisas guapísimas, de cuerpos perfectos, dispuestas a entregarse sin reparos. O con reparos, pero con esa negación solapada, con ese “tómame aunque yo te diga que no, porque solo quiero pertenecerte”.

Y los Amos –sobre todo en las fotos-, son buenos mozos, jóvenes, de cuerpos atléticos, con tanta arrogancia que con chasquido de dedos logran que las mujeres se postren ante ellos y los adoren… aunque tengan cero encanto y/o atractivo.

Entonces, esa mujer común se imagina a ese hombre perfecto y soñado que la hará suya para siempre. Y el hombre común se convence que todas las mujeres del BDSM son putas, estúpidas y con una autoestima tan baja que, bastará que se presente como Amo para que todas lo obedezcan y se lancen sobre él.

Por lo tanto, cuando él encuentre a su “O” y ella encuentre a su Grey, todo, incluido el sexo, será perfecto. Porque… ¿Qué es el BDSM sino sexo con aditamentos?

El tipo que se cree Amo porque vio un par de videos, leyó un libro, visitó un par de páginas y blogs, opinó en algún foro y participo con su presencia en una o dos fiestas de la comunidad… está convencido que puede penetrar a cualquier sumisa con su solo deseo. Al final de cuentas, se trata de eso, ¿no? De penetrarlas, les guste o no, con o sin su consentimiento, porque para algo son Amos y Dominantes, y ellas son solo sumisas a su disposición. Aunque pensándolo bien, también habrá que zurrarlas un poco, para que sepan a quién deben obedecer, pero más que nada, porque les gusta y lo piden en silencio.

Esa persona que hasta hace unos días era 100% vainilla, que criticaba a “esos pervertidos”, hoy quiere experimentar, quiere jugar a ser Amo o sumiso, porque así podrá probar otro tipo de sexo que lo saque del aburrimiento diario. Pero que quede claro que ellos no son “así”, ellos son personas “normales” que buscan una forma de salir de la rutina…

Entonces entran al BDSM sin saber qué es y lo que es peor: sin que les importa averiguar primero de qué se trata. Y se encuentran, la mayoría de las veces, con gente como ellos, gente que tampoco  tiene el concepto demasiado claro. Con suerte, en ese momento se preguntan con reales ganas de saber: ¿qué es el BDSM?

Y el BDSM, queridos amigos de este blog, no es sexo con aditamentos, ni es decirle puta a la primera mujer que se aparece, ni entregarse al primer tipo que dice ser Amo.
El BDSM, amigos, es ni nada más ni nada menos que EL INTERCAMBIO o LA CESION DE PODER, porque no hay posibilidad de BDSM sin ello.

BDSM:
BONDAGE (en su acepción inglesa de esclavitud y no de ataduras).
DISCIPLINA - DOMINACIÓN
SUMISIÓN - SADISMO
MASOQUISMO

La sexualidad no está en esa sigla, pues ya somos seres sexuales.

Imposible negar que el sexo está presente en todas las actividades, dentro y fuera del BDSM, porque es parte esencial del ser humano. Lo que se debe entender, es que sexualidad se tiene CON o SIN BDSM. Y al BDSM lo podemos practicar/vivir CON o SIN sexualidad.
Lo que quizás cueste comprender, es que BDSM y sexualidad son dos conceptos diferentes. El sexo no es lo único que hay en el BDSM.

El filósofo San Agustín definió al PLACER como la suma del PODER, más el CONOCIMIENTO, más la SEXUALIDAD.

Hay quienes aceptan y disfrutan el sexo sin BDSM, pero no al revés, no el BDSM sin sexo, porque estarían incompletos. En este caso, el sexo es la cereza del helado del BDSM, no el helado en sí. O sea, es importante, pero jamás lo MÁS importante o lo único. En cambio, para otras personas, todo pasa por la penetración o la excitación. El bondage, los azotes, la humillación, el intercambio o cesión de poder, o cualquier otra actividad, son algo totalmente irrelevante.

Es comprensible que alguien que no pertenezca a la comunidad BDSM, nos vea como
enfermitos y pervertidos. Lo que no se comprende es que, personas pertenecientes, y supuestamente practicantes de este estilo de vida, califiquen al resto de esta manera. Es posible que estas personas no lo quieran ver ni entender, por varios motivos:

1-      Son ovejas, por lo tanto para no quedar fuera del rebaño, opinan lo mismo que la mayoría.
2-      No viven el BDSM, porque están detrás de la PC
3-      Buscan pareja-amante-novio-marido-proveedor, un pene o una vulva.
4-      Son sumisos-masoquistas-sádicos-Dom, solo de la boca para afuera.

Recordemos entonces que cuando nació el S&M, y luego el BDSM como subcultura, las personas que crearon estas siglas y fueron parte de esas generaciones que ya lo vivían así, no creyeron que era importante o necesario incluir la sexualidad entre las siglas.

Y quizás esté bueno repetir que, aunque el sexo y la sexualidad sean fundamentales y estén implícitos, no son lo único ni lo más importante.


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