jueves, 25 de diciembre de 2008

Cuando se acerca fin de año suelo hacer una evaluación de lo que fue mi vida en los últimos doce meses. Así que, parada en el último mes del año, giraré y miraré hacia atrás recordando los versos de Antonio Machado:


“…Caminante no hay camino,
Se hace camino al andar.
Al andar se hace camino
Y al volver la vista atrás
Se ve la senda
Que nunca se ha de volver a pisar…”


Diciembre. Hora de mirar cómo ha sido este año, de juzgarme y criticarme. Eso me cuesta pero lo hago. Lo primero que quiero es verme y reconocerme en el aquí y ahora.

Este ha sido un año de luchas y batallas, derrotas y conquistas, frustraciones y logros. Como persona civil, termino el año divorciada. Como empresaria, termino bien luego de enfrentar mil problemas. Como mujer, termino feliz junto al hombre que se mantuvo a mi lado a pesar de mí y de mis errores. Como practicante de BDSM… termino como sumisa habiendo comenzado como spankee.

Claro que no me convertí en sumisa de la noche a la mañana, ni siquiera de un mes para otro. Este camino de sumisión fue y es un camino de aprendizaje, pero sería injusta si dijera que fue duro porque hoy no lo siento así. Lo aprendido fue cayendo en mí como una garúa, como una fina llovizna de esas que parece que no mojan pero que nos empapa por completo. Por eso también me resulta difícil explicar los cambios y las etapas vividas, porque me cuesta verlos y reconocerlos.

Los cambios fueron grandes.

De pasar del dolor de verme despreciada y dejada de lado por haber tomado la opción de convertirme en sumisa, a darme cuenta de que valió la pena el esfuerzo y el dolor.

De verme como una spankee que jamás dejaría de serlo a convertirme en sumisa sin retorno, gracias a la confianza de un Amo que apostó a una teoría en la que pocos creían.

De pensar que aquellos que me decían que el BDSM era una escalera que bajaba y que no tenía retorno, a confiar en que mi Amo era el acertado cuando me decía que esas personas estaban en un error.

De pensar que jamás lograría entregarme al Amo en cuerpo y alma, a hacerlo concientemente, de forma responsable y total, y a este nivel de entrega… ya sin razonarlo.

De sentir que hacía todo mal, que nunca lo lograría, a escuchar a mi Amo decirme: “hoy ya puedes considerarte sumisa. El entrenamiento ha terminado”.

De ver la etapa de entrenamiento como casi una tortura, a disfrutarla gracias a las palabras de un amigo que me ayudó a sentir y gozar los descubrimientos y sorpresas que difícilmente se darán una vez superado el entrenamiento. Gracias Amo Ricard.

De hacer un playlist con 158 negaciones enfáticas de “NO lo haría por ningún motivo”, a tener poco más de 50 de esas negaciones. Y de allí sólo queda dar el paso de que, sabiendo mi Amo mis gustos y restricciones, pasar a no tener ningún límite más que los que Él disponga. Claro que aún no he llegado a eso, pero me esforzaré para lograrlo a pesar que ya me han sentenciado con un “tú nunca serás esclava”. Dentro de un año volveremos a hablar…

De pasar de spankee a aceptar su collar de consideración. Luego, el collar de entrenamiento, para que finalmente me acepte como su sumisa.

De pasar días y días preparando el contrato perfecto, a darme cuenta que… el contrato sólo debería decir “A partir de hoy acepto ser sumisa de Sir Williams”. Y de allí a reconocer que… no necesitamos contrato.

De creer sinceramente que el BDSM era un castillo de maldad, tortura y humillación, a entender que nada de eso es cierto cuando lo que se hace es Sano, Seguro y Consensuado.

De pensar que los de Arriba (Amos, Dominantes, Spankers, Señores y más) eran seres poco menos que diabólicos, sin sentimientos ni emociones, a darme cuenta desde la primera noche que pueden ser sumamente románticos, detallistas y… ¡sádicos!

De pensar que el collar era eso que se le ponía al cuello al de abajo, a comprender y darme cuenta de toda las simbología y protocolo que hay en un collar, real o virtual, y el valor que posee para el de Arriba y el de abajo.

Muchos han sido los cambios, el crecimiento en el conocimiento y en las actitudes. Hoy me siento y soy sumisa. Hoy que estoy feliz y segura en mi rol ha llegado el momento de agradecer.

Agradezco la comprensión de mi Amo cuando reconocí el error que cometí al abandonarlo.

Agradezco y disfruto cada vez que me es colocado el collar, recordando aquella primera vez que lo recibí de rodillas con el mismo respeto, protocolo y orgullo que ahora.

Agradezco a mi Amo, Sir Williams, su confianza en mí y en apostar a que era la “elegida” para llevar a la realidad su “teoría”. Le doy las gracias por su confianza, por su collar, por su comprensión, por su paciencia, por su afecto y respeto por una simple spankee que en once meses convirtió en su “sumi”.

Hoy también toca agradecer a cada uno de ustedes, queridos amigos, por habernos acompañado en estos meses de descubrimientos que quedarán grabados en mi mente y en mi corazón.

El 2008 fue un maravilloso año. Y el que viene será mejor aún. Y seguiré recorriendo el camino mientras sigo aprendiendo sumisión… tras los pasos de mi Amo.

anitaK[SW]

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