Si vos fueras vino... me deleitaría sólo con verte encerrado en la botella e imaginando los placeres que tendría contigo. La espera para contactarte sería como esos momentos en que uno hunde el sacacorchos y lentamente lo va introduciendo para luego sacarlo con gran cuidado, para que no se desgrane y arruine el líquido.
Si vos fueras vino... y yo te descorchara, impregnaría mi olfato con tu aroma, descubriendo cada uno de los pasos que tuviste que dar en tu vida para llegar a tener todas esas fragancias.
Si vos fueras vino... te volcaría de a poco en una copa de cristal, inmensa, transparente, límpida, sólo para mirar tu color rojo sangre a trasluz, e imaginar imperfecciones en donde no existen.
Si vos fueras vino... te daría alguna vuelta en la copa con la intención de que te quedaras agarrado del cristal, para pensar que de esa misma forma quedarías aferrado a mi alma y a mi vida. Porque sos como un caldo espeso, de esos que tiñen hasta el más puro cristal, de esos que no se olvidan con facilidad.
Si vos fueras vino... olería otra vez el aroma que despides al ponerte en contacto con el aire y te imaginaría en la vid, cuando aún eras racimo de uva madurando al sol y crecía sólo para mí.
Si vos fueras vino... te pondría en mi boca con un pequeño sorbo y haría que cada una de mis papilas te degustaran. Te apretaría con mi lengua contra el paladar para exprimirte y sacarte hasta la última molécula de sabor. Y para no desperdiciar nada y que todos mis sentidos quedaran impregnados de tí, exhalaría el aire por la nariz, para que también allí estuvieras presente.
Si vos fueras vino... te gozaría sorbo a sorbo, sin prisa, sin apuros, sin tiempo.
Si fueras vino mi Señor... valdría la pena volverse catadora sólo por probarte...