martes, 26 de enero de 2010


En el imaginario popular del BDSM, todos tenemos un concepto más o menos similar de cómo debe de ser y comportarse la sumisa “ideal”. Dentro de estos conceptos donde se encuentra la entrega total, el respeto por el Dominante y otros más, está la obediencia.

Si vamos a la etimología de la palabra, obediencia viene del Latín ob audire = el que escucha. Para obedecer primero se debe escuchar, luego comprender para finalmente accionar.

Siguiendo los parámetros generales, veremos que el Dominante no busca un robot como sumiso, sino un ser pensante, con raciocinio y voluntad propia. Al menos para los primeros tiempos de relación, es bueno que piense las órdenes antes de ejecutarlas, y hasta que (después de cumplida) las cuestione cuando no comprende el por qué. Luego, basados en el conocimiento mutuo y la confianza, la entrega se irá haciendo más y más profunda y la desconfianza y la inseguridad irá dando paso a la entrega total.

¿Qué tan obediente debe de ser un sumiso? Pues la única forma de ser obediente es siéndolo. Así como no se puede estar embarazada a medias, tampoco se puede obedecer a medias. Se obedece o no. Y la obediencia es en el momento de la orden, no cuando al sumiso se le ocurra… Y este es mi tema de hoy: la prontitud en cumplir una orden, o sea, obedecer.

Hablando con otras sumisas he visto que dilatar el cumplimiento de una orden es más común de lo que imaginé. Claro que no todas lo admitiremos públicamente, porque todas queremos ser la “sumisa perfecta”, aunque tengamos fallas.

Voy a poner un ejemplo: cuando llevábamos unos pocos meses de relación con SW, recuerdo que una noche estábamos en la cama charlando. En cierto momento me dijo: “dame el cepillo”. Pensé que era broma y no lo obedecí. Me repitió 3 veces la orden hasta que finalmente entendí que hablaba en serio. La azotaína vino acompañada de la lección: siempre que me decía algo, siempre, era una orden, y jamás estaba jugando. Pero evidentemente que no me quedó suficientemente claro.

En este momento estamos pasando juntos unas vacaciones. Jamás habíamos compartido tanto tiempo uno con el otro, y jamás habíamos hablado horas y horas. Entre todos los temas que fueron surgiendo día a día, surgió el tema de la obediencia. Y mi Amo me señaló mi falta de obediencia, no porque no cumpliera sus órdenes, sino porque no lo hacía con la celeridad que debo.

Admito que me costó aceptarlo, no entenderlo. Puedo decir que se me hizo el “clic”, que me cayó la moneda, que “me di cuenta”. Y una vez que “comprendemos” algo, dejamos de ser ignorantes para siempre en ese punto.

El obedecer de inmediato, sin justificaciones, sin vueltas, sin reparos, es una forma de demostrar nuestra educación como sumisas, además de la confianza en el Amo y nuestra entrega. Y no significa para nada el hecho de no pensar. Difícilmente un Dominante desee tener un “ente” por sumiso, creo que todos prefieren un ser pensante. Pero un ser pensante que actúe sin demoras y obedezca sin reparos.

Quizás me equivoque, pero estoy convencida de que el Dominante desea que razonemos mientras llevamos a cabo la orden que nos ha dado. Por mi parte, pienso poner lo mejor de mí para que de aquí en más sus órdenes sean cumplidas de inmediato.

sábado, 16 de enero de 2010

Y cuando digo Dominante me refiero siempre tanto al hombre como a la mujer en cualquier rol: Spanker, Amo/a, Señor/a, Dueño/a… Y cuando digo sumisa me refiero a cualquiera de los roles y géneros: sumisa/o, spankee, esclava/o.

Se me ocurrió este tema porque el otro día fue el cumple de un Spanker amigo y me puse a pensar en su situación particular que es la misma que la de cientos o miles de personas de este mundo del BDSM: Él es casado y tiene una spankee que no tiene pareja ni otro compromiso sentimental. Cuando lo saludé me contó el conflicto que tenía con ella porque se siente muy sola, dado que no puede darle toda la atención que ella le reclama. Aunque mi amigo tiene un gran cariño por su spankee, no está dispuesto a dejar a su familia, pero a su vez tiene temor que ella lo deje por otro Spanker sin compromiso. Quizás sea un pensamiento egoísta, pero me confesó que es lo que siempre se le viene a la mente.

Este tipo de situación se da con bastante frecuencia en nuestro mundo BDSM, con todas las combinaciones posibles. Casi siempre, la situación sentimental de ambas partes se conoce desde un principio, y tiene muchas variantes. Claro que cuando la parte sumisa es la que está sola, se torna un tanto más difícil porque el Dominante puede tener todas las sumisas que desee, en cambio la parte sumisa debe tener un solo Dominante siempre.

Todos los días son de espera para la sumisa. Aguarda a su Dominante durante días, en los cuales quizás se comunican por medio de mails, chat, mensajes de texto, teléfono o señales de humo… hasta que llega el momento del encuentro.

La sumisa al estar sola, es probable que tenga más tiempo para su arreglo personal y espere al Dominante “de punto en blanco”, con todos los detalles que Él le haya pedido o que ella sepa que le gustan .

Ahora… ¿Qué sentimientos tendría esta sumisa? Podría desear que su Dominante se enamore de ella y deje a su familia; o podría pensar que se le está pasando la vida y no logra tener una pareja formal. Y entonces… ¿Cuántas veces pensará en dejar a su Dominante? ¿Ý si apareciera otro que como ella, no tuviera compromiso sentimental con nadie? Eso sería lo ideal: tener Dominante y pareja en uno solo.

Quizás las mujeres seamos más… sensibles y busquemos además de la relación de BDSM, una relación sentimental con el Dominante y así tener las dos cosas en una misma persona. Pero para eso se necesita que no tenga compromiso, a diferencia de quien busca sólo un Dominante sin importar su estado civil.

En una relación de Dominante comprometido con sumisa solitaria -sobre todo si la sumisa es mayor de 35 años-, puede suceder que ella se sienta sola, veterana (aunque no lo sea), con deseos de formar una pareja formal y hasta tener hijos, ¿por qué no?

En las parejas, círculos y relaciones de cualquier tipo, hay reglas y protocolos. En todos lados existen “lobos” y “caperucitas”. Pero… ¿saben qué me parece? Que ningún Dominante es TAN “lobo”, ni ninguna sumisa es TAN “caperucita”. Es decir: ni uno tan malo ni la otra tan buena e inocente.

Si la sumisa busca otro Dominante, posiblemente –por no decir “seguramente”- sea porque el que tiene en este momento no la colme, ya sea como sumisa, como ser humano o como mujer.

Pero también están los "lobos" o “predadores" como dice mi amigo Vitabar. El Dominante siempre está al acecho, a la caza. Es cazador natural y le lleva una ventaja a la sumisa: él puede cazar cuantas presas desee. Habrá veces que regresará a su “cueva” con las manos vacías; otras veces con un botín, pero eso pasará siempre y cuando las “presas” estén de acuerdo.

El Dominante buscará sumisas y seguramente las encontrará. Pero a veces esas sumisas ya habrán sido cazadas por otros y tendrán su marca o collar. Pero... ¿Qué sucede si la sumisa no está conforme con el collar que lleva? ¿Qué sucede si la "caperucita" se deja seducir por el "lobo"? Entonces, queridos amigos, quizás ya no desee pertenecer a este Dominante y quiera irse con aquel que le ofrece (y no significa que le dé) lo que ella desea y cree necesitar.

¿Qué se debe hacer en esos casos? Pues como todos sabemos y marca nuestro protocolo, lo correcto es que esta sumisa vaya ante su Dueño y le devuelva su collar ANTES de tener ninguna relación con otro Dominante. Eso es lo correcto por parte de la sumisa. Aunque todos sabemos que a veces los sentimientos se confunden y podemos cometer errores. Pero si estamos aquí es porque somos mayores estamos capacitados para tomar decisiones –erradas o acertadas- y tenemos la responsabilidad de afrontar las consecuencias.

En caso del Dominante, JAMÁS debería acercarse o siquiera insinuarle nada a esa sumisa que lleva collar o que se sabe pertenece a otro "colega". Pero la tentación es muy grande por el motivo que dice mi amigo Vitabar: el Dominante es un predador, por lo que se le hace muy difícil dejar marchar una presa, porque son escasas y valiosas... Claro que eso no justifica su proceder ni que falte al protocolo.

El BDSM para algunos es una forma de vida, para otros (entre los que me incluyo) es un juego, pero un juego serio y con reglas rígidas, que como todas las reglas, se pueden romper. El romper una regla no es tan importante como el aceptar la responsabilidad de que se rompió y asumir las consecuencias.

Quizás el protocolo y las reglas sean algunas de las cosas más bellas del BDSM, lo que hace tan especial al juego en sí y a sus integrantes. No juzguemos a los demás, cada uno sabrá por qué hace lo que hace, pero sí tengamos claro qué es lo que está bien y qué está mal para asumir responsablemente nuestros actos.

Y seamos siempre felices al lado de la persona que decidimos tener como compañera de juego y/o de vida, respetándola y respetándonos a nosotros haciendo lo que corresponde siempre.


Nota: las fotos pertenecen a la web www.piejam.net.ru

sábado, 9 de enero de 2010

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