
En el mail que hoy me envía, me acerca unos párrafos escritos por otro Amo: SirGod. Y dice lo siguiente:
“¿Qué AMO no se siente dichoso de ser paciente y sosegado?, ¿Qué AMO no disfruta saboreando el tiempo y las ganas?, ¿Qué AMO no seduce solo con su contemplación serena?. Y sin embargo, siente ansias. Mantiene la ambigüedad hecha espacio y tiempo, lejanía y abandono y siente ansias…”
Y hay otro apartado más donde agrega:
“Qué increíble orgullo provocar la ansiedad, culminación de una seducción imperecedera.. orgullo del ser causante, tortura gentil del que la sufre. AMO o esclava, qué más da para sentir los designios de la diosa ansiedad que nos conduce a la impaciencia, torpe, absurda, tremenda...”
Pues quiero decirle a mi querido amigo (espero que me permita llamarlo así) que me ha hecho pensar, y como siempre, los hago partícipes de mis pensamientos. Ahora, sin querer ser pretenciosa, me gustaría dar mi punto de vista como ser humano y por supuesto como sumisa, a las palabras de SirGod.
Mi impaciencia y mi ansiedad son parte de mi personalidad. Confieso y admito que el ser de esta manera me ha acarreado más de una dificultad; leyendo estas palabras me he dado cuenta de mi error, aunque “el darse cuenta” es para mí tener la mitad del camino andado.
Por ejemplo: hoy estoy ansiosa porque en dos días estaré ante la presencia de mi Amo. Eso hace que mi mente vuele e imagine cómo será el encuentro y la sesión. Muchas, pero muchas veces deseo saber todo para ser la sumisa “perfecta” para mi Amo. Pero Dios, la vida o el destino me envió a mi querido amigo quien me ayudó a ver otra cosa:
“anita… ¿te has dado cuenta de la maravillosa etapa en que te encuentras? Disfrútala, porque cuando seas una sumisa experimentada se habrán acabado las sorpresas y los descubrimientos. En cambio hoy, todo es nuevo…”.
¡Qué gran verdad! En el momento en que lo dijo me sentí como una niña pequeña que se

Hoy quiero dejar de lado mi ansiedad. Hoy quiero disfrutar de esta espera. Hoy quiero gozar hablando con mi Amo a la distancia, escribiendo en nuestro blog y compartiendo momentos inolvidables, hasta que este río que nos separa sirva para unirnos.
Medito en los momentos en que hemos estado juntos y me doy cuenta que mi ansiedad no me ha permitido gozar adecuadamente la espera. No he disfrutado la exquisita agonía de estar sin él ansiando que llene la habitación con su presencia, ni la deliciosa tortura de su dulce silencio al caminar a mi alrededor observándome, deleitándose con mi postura, con mi entrega, con mi gratitud.
Porque… ¿qué momento es más gozoso: la espera de lo que acontecerá o el acontecimiento en sí? Mientras que espero, si sé disfrutarlo, es delicioso pensar y soñar con lo que vendrá (y no hablo de tener falsas expectativas, que es otra cosa). Y luego que el hecho pasó, si lo viví con el alma y el corazón, seguramente me deleite y me regodee con las imágenes que guardo en el cofre de mis recuerdos. Pero el momento en sí, pasará rápidamente. ¿Cuál sería la clave para que pase más despacio? Simple: dejar de lado la ansiedad y gozar con cada uno de los instantes mágicos que la vida me está regalando…

Gracias al Amo español que me regaló esto para poder meditar y seguir creciendo como persona y como sumisa. No lo nombro porque no le he pedido permiso para hacerlo, pero él sabe de quién hablo.
Creo que la próxima sesión con mi Amo será diferente, porque ya me estoy preparando de otra forma. Igual, tengo muchas ganas y ansias de ver a mi Señor, pero esta vez… disfrutaré la espera en vez de sufrirla.
“Ansiedad… de tenerte en mis brazos
musitando palabras de amor.
Ansiedad, de tener tus encantos
Y en la boca volverte a besar…”