domingo, 21 de julio de 2013

Aunque me gusta mucho leer, no estoy capacitada para hacer una crítica de este libro como lo haría un profesional. Apenas puedo decir lo que me gustó o dejó de gustar sobre el que fue, seguramente, el libro más vendido en el último año. Claro que eso no lo hace un buen libro, un texto de calidad desde el punto de vista literario, ni a su autora una buena escritora. Tampoco creo que esa haya sido su intención.

Lo que sí tiene, son dos características que lo han ayudado a adquirir el éxito obtenido desde el punto de vista editorial:

1)      El gancho, que ya estaba de moda cuando la obra salió al mercado y que, sin lugar a dudas, ayudó a su popularidad, se llama BDSM. No es el BDSM que conocemos quienes lo practicamos desde hace años, los SADOSAURIOS, como nos dicen algunos. No, no tiene nada que ver. El BDSM de este libro es rosa, light, y está distribuido a través de las páginas en sitios claves, cuenta con las pinceladas justas, controladas, cosa de no herir la susceptibilidad del lector, y que en poco coincide con la realidad de quienes lo practicamos a diario. Los toques de Sadomasoquismo aparecen en la dosis exacta para que los lectores –en especial las damas-, pongan en marcha su fértil imaginación y completen la escena como más les guste.

2)      Pero el éxito de mercadeo de este libro proviene, estoy segura, del mejor publicista editorial que pueda  existir en la tierra, y no de su autora. No sé quién es; aún así aseguro que es el mejor. Mis respetos para él y que sepa mi deseo de convertirlo en el publicista de mi novela.

Esta persona, hombre o mujer, fue el que hizo de esta pésima novela, un éxito de venta. Supo a quienes dirigirlo, tuvo la visión de pensar y enfocarse en las amas de casa aburridas de su tediosa vida, en las secretarias que sueñan  con su jefe millonario para que las saque de la rutina, en las jovencitas romanticonas que esperan su príncipe azul moderno, y en las mujeres en general, las que buscan y sueñan ser tratadas como esa sutil rudeza característica del protagonista masculino: Christian Grey.


El pensamiento femenino sería algo así: “Quiero que me domines, pero un poquito. Quiero que me pegues, pero con un látigo de plumas acolchadas. Quiero que juguemos a que me sometes y a que eres mi Amo, pero solo cuando yo tenga ganas, ¿eh? Porque el único placer que cuenta es el mío… Y de paso, ya que estamos, llévame a pasear por el mundo, cómprame muchas cosas caras y hazme feliz. Eso sí: recuerda siempre que a mí, tu riqueza no me interesa en lo más mínimo…”.

El texto conduce hacia el sueño de la mayoría de las féminas: sentirse muy deseadas, un poquito maltratadas, lo suficiente como para hacer volar su imaginación; sentirse dominadas, pero no demasiado porque después de todo nadie les va a quitar su libertad de acción; agasajadas con todas las riquezas y lujos posibles;  darse la gran vida al lado de un hombre que las ame, y que es –tiene que ser- joven, guapo y recontrasupermillonario. En resumen: vivir una historia original y nunca vista ni en películas adolescentes ni en las telenovelas mexicanas vespertinas…

En todo esto radica, a mi saber y entender, el éxito rotundo de ventas de “50 sombras de Grey”.

A  estas alturas de la historia de la humanidad, es posible que todo lo que se iba a escribir ya se haya escrito. Aún así, es posible escribir cosas más originales que repetir la trama de “Crepúsculo” y convertirla en una novela de BDSM.

Sin embargo, hay algo que le debemos agradecer a “50 sombras…” y a su autora: la gran cantidad de gente que atrajo hacia los diferentes grupos y comunidades BDSM del mundo. Mucha gente joven que desea vivir nuevas experiencias; hombres que, aunque no tengan ni la edad, ni la gallardía, ni el dinero de don Grey, imaginan que tooooodas las sumisas y esclavas se rendirán a sus pies, suplicándole que las penetre sin descanso.

Las damas, en cambio, que tienen la imaginación más vasta aún que los caballeros antes mencionados, ven en todos los Dominantes la solución a sus problemas financieros y de alcoba.

Damas y caballeros que leen este post, lamento informarles que los personajes de “50 sombras…” ¡NO EXISTEN! Son solo eso: personajes imaginarios. Y esa trama basada en el  BDSM rosa que la autora ajustó luego de visitar dos blogs y una página web, es tan imaginario como los personajes.

El BDSM real es totalmente diferente a lo que refleja el libro. Es más que un contrato mal encarado, una mujer atada a una cama, una jovencita de 23 años pobre, virgen e inocente, y un joven de 27 años exitoso, con más dinero que Bill Gates, que se enamora de una chica virgen y pobre, para convertirla en… otra cosa, que no es ni en sumisa ni esclava. Y él mismo, un proyecto de “Amo”, con más traumas que cualquier persona común…

Conclusión: esta trilogía es una historia repetida hasta el hartazgo –el hombre joven y rico que se enamora de la chica pobre e inocente, a la que conquista con su fortuna y juventud. Por supuesto que la humilde Anastasia nos repite una y otra vez lo poco que le importa el dinero, los lujos y los regalos, mientras nos hace un detalle pormenorizado de cada uno de los obsequios y lugares que visita gracias a la generosidad de su pareja. Claro que no todo es malo, porque ella sí es fiel y se queda a su lado para ayudarlo a salir y deshacerse de sus traumas infantiles y de sus “sombras” más oscuras… (Aplausos)

Por si no quedó clara mi opinión sobre esta trilogía, y me hago cargo, es la siguiente:
LO PEOR: la historia copiada, la prosa y el texto.
LO MEJOR: el publicista y su campaña publicitaria para vender no el primer libro, sino toda la trilogía. ¡¡Ídolo!! Mi admiración y respeto para él.

Si aún no lo han leído, mi sugerencia es que se sientan bendecidos y no se molesten en hacerlo. Si ya lo han leído, pido disculpas por haber llegado tarde con mi advertencia, sobre todo aquellos que se leyeron la trilogía completa, esperando que mejorara en el próximo volumen… reconózcanlo: ¡son masoquistas de primera!


Saludos, y nos vemos en la próxima…

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