viernes, 25 de junio de 2010

Estos días he estado hablando con varias spankees con las que me une cierto grado de amistad. Entre los temas se dio el de la responsabilidad y el riesgo al enfrentar una nueva relación, en este caso particular, una relación spanka, pero bien podría ser cualquier relación entre dos seres humanos.

Este tema, como diría en mi país, “es tan viejo como el agujero del mate”. Es un tema charlado, debatido, posteado y discutido en grupos de amigos, foros, blogs y webs de Spanking y de BDSM en general.

Cuando alguien se enfrenta a una nueva relación, sea del tipo que sea, esa acción conlleva riesgos: puede ser traicionado, engañado, burlado y más. Para que eso no le suceda tiene un solo camino: no comenzar esa relación.

Pero si como suele suceder, la persona decide tomar el riesgo y tener esa relación, entonces debe aparecer la segunda palabra que nos ocupa: responsabilidad. La responsabilidad, según su raíz latina, significa la capacidad que tiene la persona de responder o reaccionar ante determinado estímulo.

Toda persona fue “irresponsable” alguna vez, y reaccionó de una forma que no fue la acertada, pero seguramente eso le dejó una experiencia que debería servir para enfrentar situaciones similares en el futuro, aunque al hacerlo seguramente se sienta miedo y cueste tomar una decisión que no se sabe si será la mejor. A veces se puede temer al querer avanzar. Otras veces la persona decide tirarse al agua sin saber nadar y sin flotador, y eso puede terminar bien, o puede terminar en total desastre.

Supongamos que hay un bottom (spankee, sumisa/o, esclava/o) que está sin un Dueño/a, sin Top. Y encuentra un/a Dominante para sesionar. Ambos siguen el “ritual” habitual de chatear, hablar por teléfono, verse por cam hasta tener un encuentro cara a cara. Terminan de “estudiarse” mutuamente y deciden si hay “química” o “piel”. Si se sienten seguros podrían sesionar en ese mismo encuentro, pero es más probable que lo dejen para otro día cercano.

¿Cuántas veces los Dominantes han tenido que esperar varios encuentros para sesionar porque el bottom no está seguro? ¿Cuántas veces se han quedado sin sesionar? ¿Cuántos bottom siguen sin tener un encuentro real por temor? ¡¡Cuidado!! No estoy diciendo que no haya que protegerse, que no haya que cuidarse; todo lo contrario. Ninguna precaución es poca, pero hay que ser coherente.

Aquel que promete y no cumple, el que no hace lo que quiere por miedo y se queda con las ganas de experimentar por temor, o por prejuicios, o por el que dirán… está en su derecho de hacerlo. Cuando esa misma persona culpa o responsabiliza a un tercero (llámese al otro, a la vida, a la suerte, a su niñez, a su educación o… etcétera) está perfecto, que lo haga. También tienen derecho a decir: “¡Ay, qué desgraciada soy! pobrecita de mí…” y con esa frase manipular a personas que tratan de ayudarlos sinceramente, manteniéndolos a su lado y pendientes de ellos. Entonces… ¿cuál es el problema? El problema radica (esta es mi posición personal), no en el que manipula sino en el que se deja manipular.

Creo que la responsabilidad no es hacer las cosas en la forma acertada, sino en ser conciente de las consecuencias que tendrá el resultado de lo que se hace. Una vez que se está seguro de lo que se hará, hay que ser coherente con la decisión que se tome: ¿Se dice que sí? ¿Se dice que no? Pues adelante, con valentía y seguro de que es la decisión adecuada y sea cual sea el resultado, estar dispuesto a enfrentar las consecuencias.

Pero… hay muchos que, consciente o inconscientemente, le pasan la responsabilidad al otro. Es más fácil pensar que este desastroso resultado es culpa de la otra parte, o de mis mayores que me educaron así, o de la suerte que siempre trae la persona equivocada a mi vida, o de… Pero nunca es SU responsabilidad. Esa actitud hace que vuelva a repetir el mismo error una y otra vez, hasta que quizás un día se dé cuenta, reconozca su error y simplemente… aprenda de él.


anitaK[SW]


Imágenes: www.romankasperski.de

sábado, 12 de junio de 2010

Estuve leyendo un tema interesante desarrollado por las chicas de sumisas sin fronteras: "Lo que esperamos de ellos", y además de coincidir con la reflexión en general, que pareciera una obviedad pero no lo es, me quedo con la última frase para mi propia reflexión: "L@s Dom azules... no existen... cuando se pinchan sangran... y su sangre es roja... como la tuya... como la mía..."

Es bastante común la idealización y hasta idolatrización de que hacen objeto alguna sumisas, y sumisos también, a sus Dominantes. Es un error que tarde o temprano pagan con tristeza, decepción, amarguras y hasta separaciones.

Pero también es bastante común que los propios Dominantes "se la crean" y esto es más grave aún, porque no solo se engañan a si mismos sino que confunden a sus propiedades y generan a su alrededor un aura de infalibilidad y de superioridad que no es tal.

Porque no olvidemos que los Dominantes debemos cumplir varias funciones que de por sí tienen una alta carga de responsabilidad: entrenar, enseñar, amoldar, cuidar, ejercer autoridad y demostrar ciertos conocimientos pero de allí a creernos semidioses infalibles o los señores de la sabiduría infinita, hay un abismo.

Nuestra sangre es roja ... como la de todo ser humano, y nuestras virtudes y falencias... también.

Que bueno que de vez en cuando alguien ponga los pies en la tierra y sincere las cosas.
Gracias arcilla, aigua y perla{FN_JF} ... por hacernos pensar y reflexionar.

Sir Williams

lunes, 7 de junio de 2010

El fetichismo por las prendas de vestir ¿forma parte del BDSM? Sí o no, depende. Hay gente que cree que por vestirse de latex, cuero o encaje, y pasearse de aquí para allá con una fusta en la mano, ya son Dominantes. O por llevar un collar de restricción, andar con poca ropa y tener unos enormes deseos de ser dominados –como ellos quieren, por supuesto- ya son sumisos.

Amigos, convengamos que para tener una relación de BDSM o para tener una sesión –real o virtual-, se necesita más que botas, ropa fetichista y una fusta. Hace falta conocimientos mínimos de ambas partes por una cuestión de responsabilidad por sí mismo y el por el otro, sin importar el rol.

Cuidado: no estoy diciendo que la estética no sea importante, pero una Dómina lo es realmente cuando tiene la actitud y la presencia, ya sea montada sobre unas botas bucaneras de 12 cm de tacón y ajustadísimo suitcat de cuero mientras sujeta una fusta, o de bata y chancletas con una cuchara de madera en su mano. Un Dominante no es tal por estar vestido de negro, ni una sumisa se entrega más por estar desnuda o por masturbarse ante una webcam.

¿Recuerdan aquella famosa frase “El hábito no hace al monje”? Lo más importante siempre es la actitud, el sentimiento, la responsabilidad, el conocimiento y el respeto por mí mismo, por el otro y por este juego tan serio que para algunos se convierte en estilo de vida.

Puedo describir aquí mismo la más bella de las Dóminas: alta, delgada, de cuerpo ondulante, andar felino, vestida con catsuit negro de látex resaltando sus pétreas carnes y cada una de sus curvas, llevando guantes, botas, fusta, pelo largo suelto, maquillaje de Hollywood y cuidando e importándole más que no se le quiebre una uña que… la seguridad del sumiso.

A diario vemos, sobre todo en foros, blogs y sitios como Facebook o Twitter, gente que nos pide ser agregada como amiga: Dóminas, Amos, sumisos con nicks que posiblemente no sepan ni qué significan, pero que a ellos les suena bien. Una vez más debemos distinguir entre el que busca sexo duro o el simple fetiche con el que quiere una verdadera relación de BDSM.

Algunos dicen que las reglas se hicieron para cumplirlas y otros dicen que se hicieron para ser quebrantadas. Si ustedes tuvieran que elegir para una sesión real a una persona con uno de estos pensamientos ¿en cuál confiarían más, a cuál elegirían?

Entonces ¿es malo el fetichismo? Por supuesto que no. Siempre y cuando comprendamos que es un complemento y no la esencia del BDSM.

Nota: las fotos usadas para este post pertenecen al fotógrafo Wolfgang Eichler

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