Hace más de un mes que firmamos el contrato de sumisión. No quiero aburrirlos volviendo a contar que buscando hacer el contrato “perfecto” cometí una tontería que como siempre, la reconozco después de hecha. Fueron horas perdidas, eso sin contar el aburrimiento de los dos amigos que actuaron de testigos aquella noche, escuchando con infinita paciencia el interminable contrato. Admito que mi ego está herido y espero poder perdonarme, porque mi Amo ya lo hizo desde el momento en que me permitió continuar para que aprendiera de mi propia experiencia y yo sola me diera cuenta de mi error. Así que hoy no les voy a hablar de todo esto, sino que quiero concentrarme en otro aspecto de esa noche.
Viajé un par de días antes desde Montevideo hasta Buenos Aires para estar preparada para ese día. Metí en la maleta los elementos de siempre teniendo mucho cuidado con el contrato, al que coloqué en un lugar especial para que no se arrugara, empacando con el mismo cuidado y amor el collar de ceremonias con las iniciales de mi Amo, la pulsera con placa identificatoria con mi nombre y su collar, los pendientes en forma de salamandra que él me obsequió y como sorpresa me había comprado un anillo con la misma figura. La ropa estaba perfectamente acomodada en las correspondientes bolsas, así como la ropa interior y el calzado, todo en estricto color negro. Yo sabía que todo esto eran simples detalles, que sí incidían porque formaban parte de la ceremonia y porque quería agradar a mi Amo, pero no era lo más importante.
La mañana era gris y había bastante niebla. El buque que cruza el Río de la Plata, el río más ancho del mundo, y une Montevideo con Buenos Aires en sólo tres horas, salió en horario. Me ubiqué sobre uno de los ventanales mientras adivinaba el Cerro de Montevideo camuflado entre la niebla. El barco comenzó a alejarse y mi pensamiento también.
Había tomado una decisión y quería estar segura de ella. Ya era sumisa de Sir Williams, pero este paso era más importante que el anterior. No era una “pisadita de pollo” como las que había dado hasta ahora, sino que era algo que para mí tenía un sentido trascendental. No era un juego, era un compromiso.
El barco avanzaba, abría el agua con velocidad, casi con violencia. Es un barco rápido, muy veloz, casi tanto como mi deseo de avanzar en la sumisión. Se me ocurrió hacer una comparación: que yo era quien manejaba ese barco navegando entre la niebla y que mi Amo navegaba en un pequeño velero. Pero… él tiene experiencia y sabe cómo navegar; conoce las aguas, maneja la brújula, sabe exactamente a dónde se dirige y cómo llegar. En cambio yo… me siento como manejando esa veloz embarcación sin tener la menor idea de barcos, ni de brújula, ni timón, ni cartas de navegación ni nada. Sólo sé que voy para allá, para adelante.. y me lanzo con mi usual impulso y arrojo. Pero allí está mi Amo, delante de mí, andando muy despacio. Sé que no va despacio porque no sabe, sino para “obligarme” a andar despacio a mí. A él le interesa mi educación, así que navega suavemente para que yo vaya al ritmo que debo ir y no al que deseo. Y yo lo acepto y se lo agradezco.
A veces le pido determinadas cosas, y él ni siquiera me regala una mirada, simplemente me dice: “No anita, todavía no estás preparada para eso”. Sé que es así, pero… esta ansiedad que me domina muchas veces también me nubla la mente.
En dos días firmaría el contrato de sumisión. ¿Qué significa eso? Significa que le entregaré la capitanía de mi barco. Significa que en los meses de consideración estudió mi persona y mis límites. Significa que estoy dispuesta a entregarme a él con todo mi cuerpo. Mi cuerpo será suyo como si viviésemos un 24/7, y mi mente y mi alma le pertenecerán en los momentos en que estemos juntos.
Y allí vino la pregunta que me había hecho mil veces… “¿estoy enamorada de mi Amo?”. Y la respuesta fiel y franca es “No”. Entonces… ¿por qué estoy dando este paso tan importante?
Mi mente era un torbellino de pensamientos encontrados. La niebla espesa había entrado en mi cabeza y no me permitía aclarar las ideas. ¿Por qué yo quería entregar tanto a un hombre que no amaba? ¿Por qué confiar tanto en él? Hacía más de dos años que lo había conocido en los grupos de Spanking, y después de muchos meses de silencio había reaparecido y nuevamente me había sentido atraída hacia él como un trozo de metal es atraído por un imán. Luego lo conocí personalmente una tibia noche de diciembre, cuando me sentí impactada por ese hombre enigmático, misterioso, sobrio, divertido y bromista dentro de su seriedad, impresionantemente inteligente, y con unos ojos verdes capaces de trasladarme al séptimo cielo o hacerme descender al último infierno… ¿Estaba dispuesta a abandonarme en aquel ser humano con el que compartí varios días de mi vida? ¿Me entregaría sin reservas a él? Sí, sí, sí… la respuesta afirmativa no se hacía esperar y me resonaba en el cerebro como para convencerme de lo que ya estaba convencida.
Sí, ese hombre sería mi Amo porque todo mi ser: mi mente, mi cuerpo y mi alma me estaban gritando que esa era la persona correcta, era quien yo estuve esperando durante mucho tiempo. “¡Pero no lo amas!”, me gritaba la parte racional de mi mente. “Sí, el amor se dará con el tiempo… o no. Lo importante es que sé que estoy con la persona adecuada, con la que me llevo bien, con la que me siento segura, protegida, querida, guiada, con la que me siento como la joya que soy para él, con la que me trata como una reina… Estoy segura que es el Capitán a quien le puedo dar el mando de mi buque con la seguridad que lo llevará a buen puerto, al mejor, al que quiero arribar: al de mi completa sumisión”, respondió mi parte emocional.
La niebla seguía espesa, pero ya estábamos llegando. La luz de un pequeño faro me hacía guiñadas indicándome que estaba en el camino correcto. Me acordé de Jorge Drexler y la canción que ganó el Oscar:
“Clavo mi remo en el agua
Llevo tu remo en el mío
Creo que veo una luz
al otro lado del río…”
Mi remo será el de mi Amo. Para mí la guía, el principio del camino de mi total entrega y sumisión estaba allí: al otro lado del río.
Viajé un par de días antes desde Montevideo hasta Buenos Aires para estar preparada para ese día. Metí en la maleta los elementos de siempre teniendo mucho cuidado con el contrato, al que coloqué en un lugar especial para que no se arrugara, empacando con el mismo cuidado y amor el collar de ceremonias con las iniciales de mi Amo, la pulsera con placa identificatoria con mi nombre y su collar, los pendientes en forma de salamandra que él me obsequió y como sorpresa me había comprado un anillo con la misma figura. La ropa estaba perfectamente acomodada en las correspondientes bolsas, así como la ropa interior y el calzado, todo en estricto color negro. Yo sabía que todo esto eran simples detalles, que sí incidían porque formaban parte de la ceremonia y porque quería agradar a mi Amo, pero no era lo más importante.
La mañana era gris y había bastante niebla. El buque que cruza el Río de la Plata, el río más ancho del mundo, y une Montevideo con Buenos Aires en sólo tres horas, salió en horario. Me ubiqué sobre uno de los ventanales mientras adivinaba el Cerro de Montevideo camuflado entre la niebla. El barco comenzó a alejarse y mi pensamiento también.
Había tomado una decisión y quería estar segura de ella. Ya era sumisa de Sir Williams, pero este paso era más importante que el anterior. No era una “pisadita de pollo” como las que había dado hasta ahora, sino que era algo que para mí tenía un sentido trascendental. No era un juego, era un compromiso.
El barco avanzaba, abría el agua con velocidad, casi con violencia. Es un barco rápido, muy veloz, casi tanto como mi deseo de avanzar en la sumisión. Se me ocurrió hacer una comparación: que yo era quien manejaba ese barco navegando entre la niebla y que mi Amo navegaba en un pequeño velero. Pero… él tiene experiencia y sabe cómo navegar; conoce las aguas, maneja la brújula, sabe exactamente a dónde se dirige y cómo llegar. En cambio yo… me siento como manejando esa veloz embarcación sin tener la menor idea de barcos, ni de brújula, ni timón, ni cartas de navegación ni nada. Sólo sé que voy para allá, para adelante.. y me lanzo con mi usual impulso y arrojo. Pero allí está mi Amo, delante de mí, andando muy despacio. Sé que no va despacio porque no sabe, sino para “obligarme” a andar despacio a mí. A él le interesa mi educación, así que navega suavemente para que yo vaya al ritmo que debo ir y no al que deseo. Y yo lo acepto y se lo agradezco.
A veces le pido determinadas cosas, y él ni siquiera me regala una mirada, simplemente me dice: “No anita, todavía no estás preparada para eso”. Sé que es así, pero… esta ansiedad que me domina muchas veces también me nubla la mente.
En dos días firmaría el contrato de sumisión. ¿Qué significa eso? Significa que le entregaré la capitanía de mi barco. Significa que en los meses de consideración estudió mi persona y mis límites. Significa que estoy dispuesta a entregarme a él con todo mi cuerpo. Mi cuerpo será suyo como si viviésemos un 24/7, y mi mente y mi alma le pertenecerán en los momentos en que estemos juntos.
Y allí vino la pregunta que me había hecho mil veces… “¿estoy enamorada de mi Amo?”. Y la respuesta fiel y franca es “No”. Entonces… ¿por qué estoy dando este paso tan importante?
Mi mente era un torbellino de pensamientos encontrados. La niebla espesa había entrado en mi cabeza y no me permitía aclarar las ideas. ¿Por qué yo quería entregar tanto a un hombre que no amaba? ¿Por qué confiar tanto en él? Hacía más de dos años que lo había conocido en los grupos de Spanking, y después de muchos meses de silencio había reaparecido y nuevamente me había sentido atraída hacia él como un trozo de metal es atraído por un imán. Luego lo conocí personalmente una tibia noche de diciembre, cuando me sentí impactada por ese hombre enigmático, misterioso, sobrio, divertido y bromista dentro de su seriedad, impresionantemente inteligente, y con unos ojos verdes capaces de trasladarme al séptimo cielo o hacerme descender al último infierno… ¿Estaba dispuesta a abandonarme en aquel ser humano con el que compartí varios días de mi vida? ¿Me entregaría sin reservas a él? Sí, sí, sí… la respuesta afirmativa no se hacía esperar y me resonaba en el cerebro como para convencerme de lo que ya estaba convencida.
Sí, ese hombre sería mi Amo porque todo mi ser: mi mente, mi cuerpo y mi alma me estaban gritando que esa era la persona correcta, era quien yo estuve esperando durante mucho tiempo. “¡Pero no lo amas!”, me gritaba la parte racional de mi mente. “Sí, el amor se dará con el tiempo… o no. Lo importante es que sé que estoy con la persona adecuada, con la que me llevo bien, con la que me siento segura, protegida, querida, guiada, con la que me siento como la joya que soy para él, con la que me trata como una reina… Estoy segura que es el Capitán a quien le puedo dar el mando de mi buque con la seguridad que lo llevará a buen puerto, al mejor, al que quiero arribar: al de mi completa sumisión”, respondió mi parte emocional.
La niebla seguía espesa, pero ya estábamos llegando. La luz de un pequeño faro me hacía guiñadas indicándome que estaba en el camino correcto. Me acordé de Jorge Drexler y la canción que ganó el Oscar:
“Clavo mi remo en el agua
Llevo tu remo en el mío
Creo que veo una luz
al otro lado del río…”
Mi remo será el de mi Amo. Para mí la guía, el principio del camino de mi total entrega y sumisión estaba allí: al otro lado del río.
12 ENSEÑANZAS:
Que lindo es leerte, la manera de expresar tus sentimientos con tanta sinceridad, te deseo lo mejor en este camino que empezaste a recorrer.
mis respetos a tu Señor
besos!
morena.
anitaK[SW], te entiendo tanto!
Lo mas lindo de todo este proceso de cuestionarse a uno mismo, es que las respuestas que nos damos son genuinas, porque las hacemos nacer con todas nuestras fuerzas, son la expresión de nuestro corazón. Y hay que seguirlas, siempre.
Es bellísimo que sientas esto por tu Señor, esta admiración, respeto, y confianza.
Y acordate de mí... vas a crecer muchisimo en este camino como sumisa, porque tenes muchas ganas de hacerlo, y porque deseás sentirte plena. La mano de tu Amo te orientará.
Te mando un abrazo enorme!
inner_turbulence{}
Lo importante es ir
yo también le di demasiadas vueltas a la cabeza
pero lo importante es remar
cuanto más remas, más cerca te queda la otra orilla y más lejos los pensamientos y el miedo
enhorabuena por tu valor
besitos
ALquimia
anitaK[SW] me encantó este post. Simplemente es perfecto... Sé que no pudiste haber escogido un mejor Amo para ti.. y sé que Sir Williams tiene una suerte muy grande y un honor de tenerte como su sumisa.
Creo que tus deseos de entregarte son más importantes que el desafortunado contrato. Sigo de cerca tus pasos como si fueran los mios. Gracias por compartir con nosotros tus experiencias y dudas...
"Que valientes barquillas atuneras,
tienen dos proas,una a cada lado,
para que nunca retrocedan,
vayan donde vayan siempre avanzan,
avante a toda vela"
No dejes de remas tras esa luz al otro lado del rio.
Besos y saludos a tu Amo.
Tarha
anitaK[SW] “No anita, todavía no estás preparada para eso”.
Alguien que por lo menos responde, es merecedor de tu entrega y mucho más.
En hora buena y felicidades para ambos.
Besitos borrascosos
Me gusta tu forma de plantearte lo que vives, me gusta que no te autoengañes, me gusta tu entrega en algo por lo que crees.
Besos
Queridos amigos de travesía:
Gracias por acompañarnos en este buque con dos proas, como las valientes barquillas atuneras que nos acercó el Amo Tarha. Gracias por su aliento, por su amistad y comprensión... Seguimos navegando y compartiendo con ustedes esta "bitácora" de viaje. Con todo mi afecto y respeto,
anitaK[SW]
Agradezco tus palabras, tanto aquí como en mi blog. Y por supuesto las de Sir William.
Y vuelvo a detenerme despacio en tus reflexiones sobre el contrato, que ya me atrajeron una vez: ahora me siguen impactando por la utilizacion de términos marinos y comparación de tu Amo con el Capitán de la nave (... ya utilicé una vez ese mismo simil).
También me han gustado las reflexiones sobre la diferencia entre la entrega y el amor; sobre lo que separa y une en esta especial singladura.
Me gusta leeros. Un saludo
AMOSUM
Mi mas sinceras felicitaciones para ti anitaK[SW]y para el Señor Capitan de tu barco.
Ademas de ser un lujo para todos los sentidos me siento identificada con las sensaciones y momentos que describes en tu blog..
Les deseeo todo lo mejor en este camino que han decidido recorrer juntos...para ser mucho mas que dos.
sol{}
Me ha parecido hermosísimo como eres capaz de sintetizar las dudas que nos aquejan a mas de una cuando comenzamos en todo esto, y cuando nos preguntamos que ocurre si no hay ese Amor que parece que tiene que estar sobre todas las cosas... la de respuestas que nos da el tiempo y sobre todo las vivencias ¿verdad? ;)
Un beso!
la ansiedad
es asi nos carcome
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